sábado, 15 de mayo de 2010

Melina



Acurrucada en el sueño, mi siempreniña. Acurrucada en mi cama, compartimos esas noches de dolor, cuando el llanto vino a poblar nuestras almas.
Y te tuve a mi lado. Y compartimos tu dolor de hermana y mi dolor de mamá.
Y estuviste para mí, siempre entera. Estuviste, postergando tu propio dolor.
Y estuve para vos, entendiendo que no era la única que sufría.
Te miro dormir y me pregunto: ¿cuándo te hiciste mujer, mi siempreniña? ¿en qué parte del trayecto de tu vida... de mi vida... dejaste de probarte mis zapatos altos para estrenar los tuyos propios...?
Te recuerdo, manojito de ternura, agitando tus bracitos, presentándote a este mundo con el mismo alborozo con el que transitás por la vida...
Te recuerdo, larga trenza rubia, jugando a la infancia por los senderos de mi nostalgia...
Te recuerdo, primeros amores, dejando las huellas de tus desencantos en tu diario rosa, que mamá espiaba...
Fuiste dejando retacitos de infanica, que mamá recogía y guardaba con celoso cuidado.
Pero... en algún punto no ví la transformación. La mariposa dejó su capullo... la metamorfosis se había producido: y tenía una mujer ante mí.
Ay, mi niña que creció; para mí: mi siempreniña.
Enfrentando la vida con soltura, con gallardía, con elegancia y humor.
Sos...la prolongación de mis anhelos, mi mayor orgullo, mi gloria en la Tierra.
Sos...mi puerto seguro, mi imagen serena, mi huracán de fuego.
Sos...mi viejita sabia, mi nena preciosa, mi niña bonita,
Sos... y siempre serás... mi siempreniña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario