lunes, 12 de abril de 2010

MIS DONES











Dios me ha quitado...
Pero me ha dado tanto!
Cuento mis dones, los saboreo como a la última frutilla de un postre delicioso.
Cuento mis dones, los enumero, los pongo en fila y armo con ellos un collar para colgármelo y no olvidar agradecerlos.
Me dió unos padres que me amaban.
Un papá amoroso que se levantaba cuando el sol aún era un presagio en la jornada, para darnos una vida digna.
Una mamá-amiga incondicional. Que nos valoraba. Que escuchaba nuestras opiniones con la misma atención con que se escucha al más sabio entre los sabios.
Un Hermano con mayúsculas. Que acompañó mi niñez, mi adolescencia, que veló por mis desvelos y amarguras de mujer adulta.
Me dió a mis hijos. Motivo de orgullo y preocupación. De sinsabores y satisfacciones.
Me dió Angelitos. Para iluminar mi vida... y no sentir miedo a la muerte cuando llegue.
Cuento mis dones. Los saboreo.
Me detengo al sentir el Sol sobre mi cuerpo. Lo disfruto. Pienso en ello. Dios, gracias por estos rayos que me iluminan, me dan calor, que me dan vida...
Alzo a mi pequeño para alcanzar la rama más alta y más lejana... y disfruto sus bracitos alrededor de mi cuello. Dios, gracias por haberme dado este Regalo. Gracias por su presencia en mi vida,y por darme vida para verlo.
Camino por la vida con mi hija-mujer colgada de mi brazo. La escucho compañera, atenta, preocupada. La veo desplazarse por la vida con la soltura de un pez en el agua. Disfruto de su compañía y agradezco: Dios, gracias por haberla hecho tan perfecta. Gracias por su temple, por su audacia. Gracias por haberla hecho nacer a través mío.
Escucho a mi hijo cantando una canción de amor para su hermano muerto. Cierro los ojos y en silencio elevo una plegaria al Cielo. Gracias Dios, por haberlos hermanado en el recuerdo.
Converso con mi amigo ciego que me cuenta lo bella que es la vida. Dios, gracias por el canto de los pájaros. Gracias por la risa de los niños. Gracias por la música, la poesía. Gracias por ver, por escuchar... y por poder sentir... lo bueno y lo malo, lo dulce y lo amargo.
Cuento mis dones, los enumero. Los pongo en fila y armo con ellos un rosario para agradecerlos.
Faltan algunas cuentas... es cierto. Pero esas mismas que faltan, me hacen valorar las que me quedan.
Las que están... y las que faltan... son parte de mi vida.
Cuento mis dones. Los enumero. Gracias también por eso.

martes, 6 de abril de 2010

Canción de cuna para mi hijo dormido


Fernando: mamá te vio apagar las velitas de tus diecinueve años, y después…, nada más…, hacia adelante, solamente un aire vacío de tu tibieza, unos jeans que nunca van a contenerte, un consultorio con una chapa con tu nombre en la puerta, un casamiento, un hijo…, todo lo que no vas a estrenar nunca.
Porque mamá no te tendrá nunca de veinticinco años. Eso lo sabemos vos y yo, Fer. Pero nunca dejará de tener un hijo de diecinueve. Siempre de diecinueve años, siempre de pelo despeinado y rezongando un poco porque “no puedo hacerme la cresta”…, y los ojos descubriendo bichos de luz en las nochecitas de verano..., y la vuelta en bicicleta prestada de tu hermana…, o en el auto robado a mamá…, y las ganas de seguir durmiendo un rato más en vez de ir tan temprano a la escuela.
Fernando, no vas a crecer nunca, no vas a estrenar llantos amargos, no vas a tener que apretar fuerte los párpados para no ver injusticias, no vas a tener que luchar empecinadamente.
Presente, tierno, tibio, detenido en la adolescencia, detenido en el tiempo, arrullado por las mismas canciones con que mamá te dormía…, porque ella las sigue cantando para vos, y vos hacés el compás moviendo la cabeza…, y te gusta que mamá te cante…, y te acurrucás contra su pecho, desde el lado de adentro, desde donde galopa la sangre, en esa región que te pertenece y de la que sos el pequeño habitante de diecinueve años de luz y de ternura para siempre. Esa región en la que mamá te cuida, te conversa, te protege y te acuna sin alejarse nunca de su nene…, de su nene de “arrorró pedazo de mi corazón”.

sábado, 3 de abril de 2010

Aldo


Yo, que navegué sin rumbo en esta vida
Yo, que marchité mis días sin saberlo
Yo, que he besado a la Muerte en los labios por mi hijo
Yo, bajé al mismo infierno tantas noches de delirio.

Vos, que fuiste calma en la tormenta
Vos, que acompañaste siempre el alma mía
Vos, que sos palabra y silencio en mi agonía
Vos, fuiste consuelo en mi martirio.

Hombre de acción... del actuar sereno
del hablar pausado y nobles principios
de saber oirme, confesor eterno
Hermano mayor: mi Padre pequeño.

En el camino que sigo en esta vida,
donde la suerte ha sido esquiva, y me ha traicionado
Rescato tu amor, hermano mío,
rescato tu acompañar, manso y callado.

Saber de tu presencia en este mundo
me hace andarlo segura y contenida
Saber que me acompañas en la vida
hace que mi andar... ya tenga un rumbo.

jueves, 1 de abril de 2010

STOP ALL THE CLOCKS - Paren todos los relojes (Wystan Hugh Auden)


Paren todos los relojes, corten el teléfono
Eviten que el perro ladre dándole un hueso jugoso
Silencien los pianos, y con un sonido suave
Traigan el ataúd, dejen venir a los deudos
Permitan a los aviones dar círculos en lo alto
Escribiendo en el cielo el mensaje : Él está muerto
.......................................................................................
El era mi norte, mi sur, mi este, mi oeste
Mi semana de trabajo y mi domingo de descanso
Mi mediodía, mi medianoche, mi conversación, mi canción.
Pensé que el amor duraría para siempre. Me equivoqué.
Ahora no se necesitan las estrellas, sáquenlas todas
Llévense la luna, desmantelen el sol
Vacíen el océano y limpien el fondo
Pues nada ahora podrá ser como antes.